En esta novela José María Eça de Queiroz nos muestra, de manera descarnada, Lo oscuro de la naturaleza humana. Todos los matices posibles de un ser humano, desde los más admirables, pasando por los más siniestros y hasta los más bajos son puestos ante nuestros ojos por la maestría del autor. Y esto nos resulta más fuerte cuando el personaje es un integrante de la Iglesia.
En El crimen del padre Amaro el autor utiliza los recursos del realismo, movimiento al que admiraba y adhería. En las Conferencias del Casino (1871), organizadas por el poeta Antero de Quental, defiende al realismo como una herramienta que abrirá los ojos de la sociedad para avanzar y en contra del Romanticismo al que en ese momento se lo consideraba como causa de la decadencia de la sociedad. En este sentido en los momentos más dramáticos de la novela se vale de los recursos del Romanticismo desplegando una maravillosa prosa poética para describir los paisajes, los cuales acompañan la tristeza de los personajes. Pero estas tristezas y sufrimientos están generados por la falsedad y la hipocresía de quienes se debería esperar justamente honestidad, consuelo, castidad. Así, a la aguda crítica a la sociedad se agrega una sutil, pero no por eso menos intensa, crítica al Romanticismo.
No se salva la sociedad portuguesa representada por Lisboa ya que la obra se cierra con una pintura triste y sórdida de la actitud de los portugueses frente a los hechos de la Comuna de París en 1871.
José María Eça de Queiroz nació en Póvoa de Varzim, Portugal en 1845 y muere en París, Francia, en 1900. Estudia derecho en la antigua y prestigiosa Universidad de Coimbra. Fue cónsul de su país en La Habana, Newcastle, Bristol, China y París. Entre sus obras más destacadas junto con El crimen del padre (1875), se encuentran El primo Basilio (1878) y Los Maias (1884). Se lo considera el padre de la novela moderna portuguesa y no es un autor menor en la literatura ocidental.
Es una impresión bastante difundida la que sostiene que los escritores miran con suspicacia los libros que aspiran a transmitir enseñanzas sobre su arte. Y, de hecho, es más que infrecuente encontrarse con buenos trabajos sobre la práctica y las alternativas del proceso creador. En esta materia, como en todas, los manuales tienen una función apaciguadora, paternalista, tramposa. La aparente claridad que infunden a lo que tratan proviene, casi invariablemente, de la superficialidad del enfoque que adoptan. Se paga con pérdida de hondura la inconsistente transparencia que se oferta. El libro de Juan Carlos Kreimer, en cambio, no es un manual. No rehúye la complejidad de su tema: la encara. La encara, la explora, la determina como el campo propiamente dicho del aprendizaje eventual. Si algo enseña es a entender en qué nos metemos cuando tratamos de escribir, y a aceptar la posibilidad de que llegar a escribir bien implica, muchas veces, el riesgo de encaminarnos en una dirección insospechada, inquietante y hasta temible. Es, dicho de otro modo, un libro que respalda el margen de riesgo que también entraña la aventura de escribir.Es una impresión bastante difundida la que sostiene que los escritores miran con suspicacia los libros que aspiran a transmitir enseñanzas sobre su arte. Y, de hecho, es más que infrecuente encontrarse con buenos trabajos sobre la práctica y las alternativas del proceso creador. En esta materia, como en todas, los manuales tienen una función apaciguadora, paternalista, tramposa. La aparente claridad que infunden a lo que tratan proviene, casi invariablemente, de la superficialidad del enfoque que adoptan. Se paga con pérdida de hondura la inconsistente transparencia que se oferta. El libro de Juan Carlos Kreimer, en cambio, no es un manual. No rehúye la complejidad de su tema: la encara. La encara, la explora, la determina como el campo propiamente dicho del aprendizaje eventual. Si algo enseña es a entender en qué nos metemos cuando tratamos de escribir, y a aceptar la posibilidad de que llegar a escribir bien implica, muchas veces, el riesgo de encaminarnos en una dirección insospechada, inquietante y hasta temible. Es, dicho de otro modo, un libro que respalda el margen de riesgo que también entraña la aventura de escribir.Este diálogo entre el Hagakure y El arte de la guerra nos invita a reflexionar sobre la forma en que Japón y China han condensado su saber sobre la figura del guerrero y las diversas formas en que uno debe conducirse por la vida para alcanzar sus objetivos. Veremos que estos textos poseen muchos puntos en común, pero me gustaría remarcar primero que para estos pueblos el guerrero es, ante todo, un héroe. En su origen griego, la palabra “héroe” deriva de “Eros” (dios del amor, hijo de Venus). Héroe es entonces el amante-guerrero: su acción tiene como motor al amor y ese sentimiento es pasión y dedicación por lo que hace en cada instante. Esta es una de las claves para entender ambos textos; la pasión impulsa a estos verdaderos artistas, sólo eso les permite ser capaces de sacrificar su vida por la causa que creen justa. En este sentido, todos somos guerreros o deberíamos serlo. Para el oriental este ser y hacer constituyen un arte. Ahora bien, existen guerreros porque hay competencia. Cuando dos guerreros compiten por lo mismo se vuelven rivales. Etimológicamente “rival” significa “el que quiere lo mismo”. Cuando queremos lo mismo y sólo uno puede tenerlo, surge entonces el conflicto. Este conflicto puede ser considerado como un movimiento activo hacia la solución.
Vivarna is a carnivorous dinosaur who lives in an unfriendly neighborhood which is full of dangers. He existed in Patagonia way back one hundred and twenty million years ago. The dinosaur fought with other large-sized fiends and with the natural disasters having only one goal in mind: survival. Here are his adventures, to all of the readers’ delight, from those ranging from ten to ninety-nine years!
He is a young super-raptor, ready for any battle; with his large members and his sharp teeth, he will have to go through the terrifying desert behind a group of enormous dinosaurs who head to an even more dangerous sea… where other adventures will await him!
Vivarna es un dinosaurio carnívoro que vive en un mundo hostil y peligroso, hace 120 millones de años, en la remota Patagonia prehistórica. Se enfrenta a monstruos gigantescos y a desastres naturales con una sola meta: sobrevivir. ¡Estas son sus aventuras, para deleite de sus lectores de 10 a 99 años!
Es un suprarraptor juvenil, pero ya bien preparado para la lucha; con sus largas garras y afilados dientes se abrirá camino por un desierto terrorífico, siguiendo a una manada de enormes dinosaurios hasta llegar a un mar todavía más peligroso… ¡donde lo esperan nuevas aventuras!En esta novela José María Eça de Queiroz nos muestra, de manera descarnada, Lo oscuro de la naturaleza humana. Todos los matices posibles de un ser humano, desde los más admirables, pasando por los más siniestros y hasta los más bajos son puestos ante nuestros ojos por la maestría del autor. Y esto nos resulta más fuerte cuando el personaje es un integrante de la Iglesia.
En El crimen del padre Amaro el autor utiliza los recursos del realismo, movimiento al que admiraba y adhería. En las Conferencias del Casino (1871), organizadas por el poeta Antero de Quental, defiende al realismo como una herramienta que abrirá los ojos de la sociedad para avanzar y en contra del Romanticismo al que en ese momento se lo consideraba como causa de la decadencia de la sociedad. En este sentido en los momentos más dramáticos de la novela se vale de los recursos del Romanticismo desplegando una maravillosa prosa poética para describir los paisajes, los cuales acompañan la tristeza de los personajes. Pero estas tristezas y sufrimientos están generados por la falsedad y la hipocresía de quienes se debería esperar justamente honestidad, consuelo, castidad. Así, a la aguda crítica a la sociedad se agrega una sutil, pero no por eso menos intensa, crítica al Romanticismo.
No se salva la sociedad portuguesa representada por Lisboa ya que la obra se cierra con una pintura triste y sórdida de la actitud de los portugueses frente a los hechos de la Comuna de París en 1871.
José María Eça de Queiroz nació en Póvoa de Varzim, Portugal en 1845 y muere en París, Francia, en 1900. Estudia derecho en la antigua y prestigiosa Universidad de Coimbra. Fue cónsul de su país en La Habana, Newcastle, Bristol, China y París. Entre sus obras más destacadas junto con El crimen del padre (1875), se encuentran El primo Basilio (1878) y Los Maias (1884). Se lo considera el padre de la novela moderna portuguesa y no es un autor menor en la literatura ocidental.